
Efectivamente como su nombre indica, toda la exposición tiene un predominio de blanco que le da un aire aséptico, totalmente artificial y conceptual, cosa que pretende transmitir el artista.
Por otra parte, en el folleto explicativo de la entrada te cuentan que este autor se plantea la dicotomía entre lo bello y lo monstruoso, algo que equipara como un único término, en cierto modo es cierto ya que la última sala, donde se encuentra la representación de fatman, uno se para a mirar y a recrearse en la superficie tan perfecta del aparato, su blancura y su brillo. Es ciertamente algo descontextualizado y que resulta extraño y a la vez atrayente.
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